La mentira de San Cristóbal de las Casas
MAZATLÁN, Sinaloa, México.- Desde mi paso por Palenque en Chiapas, hasta San Cristóbal de las Casas, entré a territorio zapatista, un ‘califato’, un reino dentro de otro reino, donde la ley y las normas conductuales no las rige el Gobierno, sino la gente mediante usos y costumbres, pero en la ruta a San Cristóbal, descubrí que son falsas las fotografías y campañas turísticas de este último sitio, donde algunas personas dejaron claro en sus muros que ‘un pueblo en miseria no es mágico’.
Al llegar a Ocosingo me di cuenta que no estaba en el México que nos enseñan los libros en la escuela y tampoco en el que nos muestran los medios de comunicación convencionales. Aunque breve, entre el 9 y el 10 de diciembre de 2020 a mi paso por estas tierras zapatistas, donde las organizaciones de este movimiento enarbolan el nombre del héroe revolucionario, Emiliano Zapata, también conocido como el “Atila del Sur”, sentí la diferencia entre la raza de los “modernos”, de donde vengo, con ellos a los que llamaré “humanos de verdad”, los chiapanecos zapatistas, muchos divorciados del sistema esclavizante donde por mis viajes puedo entrar y salir cuando me dé la gana.
También, los zapatistas me inspiraron un profundo respeto por su gallardía de mantenerse al margen de sus ideales, creencias y costumbres basadas en la libertad. Sentí miedo, por supuesto, cuando los vi con sus rostros cubiertos por pasamontañas de color negro, sus armas ocultas bajo sus ropas y abrigos, que a gritos de silencio exigían respeto y reconocimiento por los “civilizados” que cruzan sus tierras.
Yo fui uno de esos “civilizados” cuando el 9 de diciembre salí de Palenque con rumbo a San Cristóbal, llegué esa noche a un poblado que se llama Santa Elena, pedí al agente municipal permiso de pasar la noche en la cancha del pueblo y muy amable accedió. Al día siguiente pasé por Ocosingo en varios ‘aventones’ de camionetas tipo ‘pick-up’ que me llevaron a San Cristóbal, pero luego de Ocosingo vi un retén de zapatistas, donde cobraban una cuota de paso a los vehículos de ida y vuelta, yo no pagué nada porque iba a bordo de la camioneta, me sentí intimidado, por primera vez me sentí extranjero en mi propio país, no estaba en un sitio donde las normas fueran como las que conocía, era como estar en otra nación, donde claramente estuve a merced de las reglas del lugar y su gente.
La zona del “Califato Zapatista”, me hizo reflexionar que en ese sitio la libertad se sobrepone a la opresión de la civilización llamada modernidad donde sus habitantes a golpes de clics pretenden arreglar o armar sus vidas en una ilusión de libre albedrio.
Aunque depende mucho el contexto en el que visites y llegues a San Cristóbal, por ejemplo es muy diferente el turista que sube y baja de taxis y con sus monedas compra experiencias enlatadas en paquetes de agencias de viajes, a quienes viajamos por la vida cobijados por la incertidumbre, San Cristóbal a ras de piso no sabe igual que las excéntricas y plásticas fotografías de Instagram que a punta de filtros y maquillajes exagerados muestran una falsa ciudad. Yo vi hermosas calles tatuadas con gritos de protesta en sus muros, aullidos de rabia que los turistas con sus cervezas en mano ignoran porque no quieren manchar sus perfiles de redes sociales con fotos que no brillan con ‘likes’. No dudo de la belleza de San Cristóbal, pero me cautivaron más sus destellos de rebeldía marcados en rincones y zonas no aptas para los ‘tops’ de ‘hashtags’ como #travelphotography. Me comí unos tacos preparados por un tipo que en nada le parecí interesante porque a sus ojos yo lucía como un turista más, que tal vez, él pensó que yo quise tener mi “baño de pueblo” y que por eso comí en su local.
¿Qué hice en San Cristóbal? No me dieron deseos de quedarme, me compré una cerveza y me la bebí junto a unos puestos de comida a un costado de la terminal de autobuses a la espera de un bus a Zanatepec, Oaxaca, donde llegué a ver a mi amigo Yabin Cabrera, quien con sus sabios consejos redirigió mi camino por la ruta del Pacífico mexicano y en mi viaje interior.
Gracias por leerme, ¡buenos viajes!
Salud
ResponderEliminarSaludo bendiciones Agustin, éxito en tu viaje. Me encanto la información.
ResponderEliminarLa buena mi hermanito.! que la verdad encuentre su camino…
ResponderEliminar