Viajando 24 días en la ruta de Perú

Salimos muy temprano del Nazu City Hostel donde estábamos
hospedados y decidimos tomar un bus que nos sacara de la urbanidad de Guayaquil
pero nos alejó mucho más de lo que pensamos, finalmente logramos llegar a las
afueras de la ciudad y en el trayecto presenciamos la muerte de una rata que
fue atropellada tratando de cruzar la carretera.
Por lo menos cuatro personas nos llevaron hasta la
frontera con Perú ese día, cruzamos y dormimos del lado peruano en un refugio
para venezolanos. Antes de cruzar al llegar a Huaquillas, caminamos -siguiendo
una ruta de Google Maps- hasta la que pensamos que era la frontera, que en el mapa
estaba cercana a la costa; sin embargo, esa era la zona comercial por donde la
gente va a comprar al lado peruano y viceversa, por lo que preguntamos y los
locales nos informaron que el puesto de control migratorio para que nos
sellaran de salida de Ecuador y entrada a Perú, estaba en la otra vía que no
tomamos. Para llegar a ese lugar caminamos por un camino de tierra que primero
estaba plagado de basura, se bifurcaba hasta tres veces y nos internó en un platanar
donde incluso pensamos que sería un buen lugar para acampar.
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Con el personal de la frontera de Perú que ayuda a venezolanos. |
Al cabo de casi una hora logramos salir de nuevo a la ruta
que nos mostró a lo lejos una de las oficinas de los Centros Binacionales de
Atención en Frontera (Cebaf) que se encargan de los trámites migratorios. Ingresamos
al lugar, nos sellaron de salida de Ecuador, luego de entrada a Perú y al salir
nos dimos cuenta que ya era de noche por lo que decidimos quedarnos. Mientras caminábamos
por el lugar buscando un lugar para dormir, nos dimos cuenta de la presencia de
venezolanos y carpas con logotipos de ayuda humanitaria, nos quedamos cerca,
pedimos un poco de agua y el personal que estaba atendiendo a aquellos
migrantes nos invitó a comer, nos dieron una colchoneta para dormir y fuimos
registrados como venezolanos también.

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Con José Chávez quien amablemente nos recibió en su casa en Trujillo |
A Trujillo
Ese día salimos de Chiclayo y llegamos a Trujillo por la noche,
cabe destacar que el último vehículo que nos llevó fue una patrulla de la
Policía Nacional de Perú y nos dejó justo en la entrada de la ciudad. Trujillo
tiene un hermoso Centro Histórico que me recordó a mi natal Puebla en México,
pero sus orillas -por donde ingresamos al filo de las 19:00 horas- no son tan
atractivas, incluso temimos por nuestra seguridad Andrés y yo, además que los policías
que nos dejaron ahí se despidieron indicándonos que corríamos peligro. Como
siempre las personas en todas las ciudades donde he estado tratan y tratarán de
trasmitirte sus miedos, a veces las circunstancias han hecho que les crea. Para
nuestra suerte, personas locales nos indicaron como llegar a casa de nuestro
anfitrión de Couchsurfing, José Chávez quien nos recibió al filo de las 22:00
horas.
Luego de dos días en esa ciudad salimos y llegamos a
Chimbote donde no esperábamos quedarnos y pedimos asilo en la Iglesia de San
Pedro, donde un sacerdote nos dejó pasar la noche ya que recibía peregrinos también.
A la salida de Chimbote y luego de esperar horas en la
ruta, un motociclista nos sacó de la ciudad y luego un tráiler nos llevó hasta
Lima en la parte de atrás, el viaje fue muy extremo al final, casi a las 02:00
horas en la madrugada que llegamos el frío era insoportable, pero las estrellas que vimos en el
desierto frente al mar peruano hizo que valiera la pena ese duro recorrido. En
la entrada a Lima esperamos a que amaneciera, no dormimos prácticamente nada y
decidimos tomar un bus que nos dejó en Villas El Salvador, un barrio a las
afueras de la metrópoli desde donde caminamos hasta pasar un peaje, luego
tomamos otro bus que nos llevó a Pucusana donde acampamos en Naplo, una hermosa
playa, ese día fue 10 de abril, nueve días de viaje y el cumpleaños de
Andrés.
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En Pucusana. |
Accidente y coca
Al día siguiente no tuvimos mucha suerte en conseguir
transporte rápidamente pero a las afueras de Chilca, Daniel, un trailero boliviano
paró y aceptó llevarnos hasta su país en un viaje que pudo haber sido de cuatro
días de no ser porque a las afueras de Arequipa, por un descuido involuntario,
se salió del camino -en una zona de vicuñas animalitos similares a las llamas pero más pequeños- donde estábamos a cuatro mil 800 metros sobre el
nivel del mar. Daniel nos pidió que nos retiráramos del lugar tras salir ilesos
del accidente pero luego de unos 20 minutos yo me sentía muy mal; tenía mareos,
me faltaba el aire, me dolía el pecho y sentía que en cualquier momento iba a
desmayarme, tenía mal de altura. Tras unos 15 minutos de espera paró Holguer Gibaja, un
peruano que iba a Cusco y que al ver el estado en el que me encontraba y en el
que se puso Andrés, que empezó a vomitar en el camino, decidió parar en un poblado
cercano y nos compró hojas de coca. Inmediatamente que empecé a mascarlas y el
malestar se me quitó, aunque ya no estábamos a la misma altura, sentí un alivio
y la inhibición del hambre, la sed y el frío.
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Cusco, Perú. |
En Cusco nos quedamos cuatro días, Andrés decidió seguir
a Bolivia y yo a Arequipa de nuevo. Ahora estoy en Tacna, en casa de Lily y en dos días pretendo
cruzar la frontera para Chile para poner rumbo a Ushuaia.
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Yendo a Arequipa desde Sicuani. |
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Arequipa. |
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La familia de Willy me acogió en Arequipa con mucho cariño, siempre los llevo en el corazón. |
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Antonio y su familia me ofrecieron su casa en Cusco, los recordaré para siempre. |
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Edy me llevó a las afueras de Cusco en mi camino a Arequipa. |
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Trabajé unas horas para ganarme un pasaje de Sicuani a Arequipa. |
Chacchar
Aunque al principio pensaba que la sagrada hoja de coca
se masticaba, esa información fue corregida por Emerson Afiler, mi anfitrión de
Couchsurfing en Moquegua, quien me explicó que desde los tiempos antecesores a
la época de la Colonia Española -que destruyó la civilización Inca y la mayoría
de culturas americanas- los pobladores de esta parte del mundo “chachaban”.
El término “chacchar” se refiere a una palabra quechua
que no tiene sinónimo en español y la traducción se refiere introducir las
hojas de coca una a una y colocarlas entre la mejilla y las muelas, es decir, a
la altura de las encías y sin mascarlas hacer un “bolo” que se note desde el
exterior y luego colocar un trozo un poco más pequeño que una uña de “licta”, una
pasta, envolverlo con la coca todo en el interior de la boca usando las muelas
y los músculos de la mejilla y suavemente presionar para que salga el jugo de
la coca. Acorde a Emerson, con la “licta” se extrae el 100 por ciento de la
sustancia activa de la hoja, mientras que si no se usa, por si sola, la saliva
solo logra obtener un 20 por ciento. En la lengua Ahimará, se usa la palabra “pigchar”
para referirse a la misma acción.
excelente!!! ten un maravilloso viaje!
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