Sitios para acampar en la Península de Yucatán II



MÉRIDA, Yucatán, México. – Han pasado siete días desde que dejé Ciudad del Carmen, Campeche, y emprendí un recorrido por la Península de Yucatán para encontrar sitios donde poder acampar, y hasta este momento, he acampado con mi carpa del Ahorrera para pasar la noche en Isla Aguada y Seybaplaya, en mi estado, y en Yucatán fue en Halachó, ahora me encuentro en la fantástica casa de los viajeros, Javier y Evelyn, originarios del hermoso país de Centroamérica, Panamá.



En Isla Aguada, observé un sitio muy seguro, pude hablar con un par pescadores locales, quienes me relataron que no estaban conformes con los procesos electorales recientes en su localidad y que hasta ahora, han visto cambios positivos para ellos con apoyos del Gobierno Federal.

También me narraron que han visto extrañas cosas por la noche en el mar en más de una ocasión. Uno de ellos me contó que en una ocasión vio luces muy grandes sobre su lancha, además aseguró que aún están algunos de los compañeros que también vieron lo mismo que él cuando compartían la embarcación rivereña con la que se adentran en Mar abierto.

Con muy pocas ganancias reales y muchas veces sin ganar absolutamente nada, muchos hombres de mar en Isla Aguada, han optado por establecerse como prestadores de servicios turísticos con paseos en la Laguna de Términos para el avistamiento de aves y delfines en su hábitat natural.



Desde Isla Aguada me moví por “aventón” hasta Champotón, donde a la salida de la ciudad por segunda vez que en México paró un tráiler y el chófer, originario de Puebla, me recordó de nuevo el duro trabajo que realizan estos auténticos amos del camino, quienes para poder manejar hasta seis días sin detenerse a descansar, deben volverse adictos a los “pericos”, unas pastillas que son un tratamiento para bajar de peso pero su efecto secundario es el insomnio y la omisión del apetito. Lo anterior me lo narró el primer chófer que me dio un “aventón” desde Tapachula, Chiapas, hasta San Salvador El Seco, en Puebla en agosto de 2019 cuando acababa ese día de entrar a México luego de haber ido y regresado por 11 países de América.

Esa tarde el chófer me dejó en la desviación a Seybaplaya, que se ubica muy cerca de la caseta de cobro en la carretera federal, Champotón – Campeche, caminé un poco por esa ruta, muy olvidada por cierto, vegetación apoderándose del asfalto y de la infraestructura vial en general. El poco tránsito en este camino ha conservado esta ruta que después que fue inaugurada se abandonó en el anterior gobierno estatal del estado de Campeche.

A no sé cuántos kilómetros de Sabancuy, una pareja me dio un “raid” hasta una playa cerca del puerto industrial cercano a esta población, pero les pedí que mejor me llevaran al pueblo para aprovisionarme de nuevo y acampar “por ahí”, porque no tenía idea donde, jamás había ido antes a Seybaplaya antes, creo que sólo lo conocía por fotos cuando fui editor en un periódico y recibía la información de los corresponsales de ahí.

Acampé en Seybaplaya en una explanada pequeña y con un amplio y alto techo que forma parte de un mercado para artesanos que aún no está en funcionamiento. El sitio es muy tranquilo, dormí muy bien y seguro, amo Seybaplaya.





Antes de Seybaplaya, también pasé una tarde muy hermosa en las playas cercanas al Campamento Tortuguero de la Universidad Autónoma del Carmen (Unacar), ubicada muy cerca de la desviación al pueblito, sobre carretera federal Carmen – Champotón.

Hasta este momento los precios de los alimentos me mantienen a un presupuesto de 100 o 50 pesos diarios, por lo que acampo o hago Couchsurfing (como ahora) para usar “mi oro” lo menos posible, excepto en alimentación.

En Isla Aguada comí panuchos y compré un café en el Oxxo, en Sabancuy con 50 pesos compré comida para prepara el almuerzo con fogata en la playa, antes ahí desayuné dos empanadas gigantes a 15 pesos cada una, ya es barato ahí.

En Seybaplaya compré por 50 pesos comida hecha la tarde que llegué y al día siguiente desayuné en el mercado local un sandwich de pollo y medio litro de jugo de naranja por 50 pesos. Antes de irme al mediodía, me comí una tranca, no recuerdo cuanto fue.



Ese día llegué a Halachó, en Yucatán. Elías y su familia, me llevaron desde la salida de Seybaplaya, hasta la ruta a Mérida desde las afueras de la ciudad de San Francisco de Campeche. Otro “aventón” me avanzó a Calkiní donde tomé una combi para ir a Halachó por 20 pesos.

En Halachó comí tamales deliciosos y de buen tamaño a cinco pesos cada uno, se descargó el celular, antes fui a un cibercafé para redactar unos textos, y luego pedí permiso a los policías que están en el Ayuntamiento de esta localidad, si podía acampar en algún punto que ellos me indicaran en los alrededores y listo, conseguí donde “tirar la carpa” ahora en Yucatán.

En tanto, por Couchsurfing escribí a algunas personas en Mérida si podían recibirme, pero fue Evelyn y su primo Javier, ambos panameños, que me aceptaron en su hermosa casita en Ciudad Caucel.

Gracias por leerme, que tengas buenos viajes!


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