Colombia mágica… el Valle de Cocora

Yo fui acompañado por miembros de
las familias que me hospedaron en Armenia y que amablemente me llevaron a este
bello y mágico lugar que engalana infinita majestuosidad.
La travesía empezó desde Armenia por la mañana, fuimos cuatro en dos motocicletas; Robinson (mi anfitrión), Efraín, Juan Pablo y yo y tardamos alrededor de unos 40 minutos en llegar a Salento, donde hay una gran variedad de comercios que ofrecen productos típicos de Colombia y del Eje Cafetero, prácticamente todo ligado al café. Para los que les gustan los deportes extremos, se ofrece también tirolesa.
En Salento hay también un mirador
desde donde se puede apreciar el río Quindío en todo su esplendor con todo y el
sonido del agua rompiendo entre rocas volcánicas que crujen por todo el valle.
Orgullo nacional colombiano
Este majestuoso maderable es el árbol nacional de Colombia y actualmente se encuentra en peligro de extinción. Juan Pablo, un colombiano respetuoso de la naturaleza, me narró que los habitantes de Salento estuvieron a punto de extinguir el árbol porque usaban sus palmas para los ritos católicos de Semana Santa hasta que se hizo una prohibición de su uso por parte de las autoridades de su país.
Para quienes quieran hacer el paseo a caballo en el valle, pueden contratar el servicio llegando al lugar con precios que van de 10 mil a 150 mil pesos colombianos.
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Los paseos en caballo pueden durar hasta seis horas. |
Si llevas vehículo debes estar
preparado porque el estacionamiento o parqueo como dicen los colombianos,
cuesta tres mil pesos para motocicletas y cinco mil para automóviles.
La travesía generalmente se
desarrolla en un clima frío la mayor parte del año, aunque yo tuve la suerte
que el día que fui hacía un poco de calor y en general el clima fue muy
agradable.
Este es un lugar que vale mucho la
pena visitar y aunque es difícil hacer
"hitchhike" en Colombia, no es imposible
llegar, además, Salento pinta bien para ser un buen lugar para acampar, tal vez
no en la zona poblada, pero si en el valle para quienes sean amantes de la
naturaleza como mi amigo Juan Pablo.
Fotografías: Robinson y su padre, Efraín.
Fotografías: Robinson y su padre, Efraín.
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