De Panamá a México... en 14 días y con buenos tracks también (parte 1)

CIUDAD DEL CARMEN, El Carmen, Campeche, México.- Uno de los mejores “soundtracks” que pudo sonorizar mi paso por Panamá fue el podcast del usuario Af Helvegum que hizo un especial del reggaetón con Cuentos de la Cripta por ejemplo; esto mientras vagando por la ciudad y claro, también mientras devoraba un “hotdog” de dos dólares debajo de un rascacielos. La odisea comenzó inmediatamente después que concluye el post Crucé el Darién de Colombia a Panamá a dedo… ¡y sobreviví! Después de entrar el 22 de julio a Panamá, llegué a México por Guatemala el 5 de agosto. Esa tarde en Panamá contacté Mailyn Arrue, una chica muy linda que en mi pasó por Panamá la primera vez me dio un aventón a mí y unos amigos españoles con los que viajaba entonces. Ya estando en la estación de autobuses de Albrook, fui al “Mall” que está a un costado y le pedí a un chico de un local comercial si me prestaba su teléfono móvil para conectarme a mi cuenta de Facebook y hablarle a Maylin. Sí, así fue, el chico aceptó de una y ¡boom! Contacté a Maylin. Fue por mí como a las 9 o 10 de la noche, no recuerdo bien la hora exacta pero el tiempo lo pasé con un gringo loco genial. Profesaba una religión que adoraba a Jesús y me aseguraba que en Estados Unidos una nube radioactiva está invadiendo todo el país y que por eso se fue prácticamente mochileando, hasta Panamá huyendo de esa nube venenosa. Fue genial, pude practicar mi inglés y yo le aclaré varias dudas a él en español. En su casa, Maylin me dejó lavar mi ropa al día siguiente, ducha y un sofá súper cómodo en su apartamento desde donde se puede ver una parte de la ciudad, me recordaba a la colombiana Medellín también, claro a Guayaquil igual. Maylin me regaló 20 dólares, me mostró su trabajo que es súper interesante, me regaló una rica paleta de chocolate y me prestó un teléfono móvil con internet para mantenernos comunicados. Fue de las cosas más maravillosas que me pasó en el viaje. Ella me explicó que no podía pasar el tiempo conmigo porque tenía que cumplir en su trabajo que le demandaba todo el día. Maylin tiene un espíritu libre y recién en este año tuvo una experiencia que la ligó más a los viajes.
Recorrí Panamá mandando fotos hasta Alemania. Me pareció genial caminar hasta cansarme en Panamá, y beber cervezas en un puesto medio clandestino a un costado de Albrook.
Albrook es enorme, me encantó esa estación, la recordaré para siempre, las de Colombia en Medellín tenían una sensación similar o viceversa, no sé, solo me hicieron sentir súper.
La mujer que vendía cervezas dijo que el predio de enfrente donde dormí con los chicos españoles sin carpa cuando pasamos la primera vez, es usado por viajeros de forma frecuente, un dato del que no me percaté antes. Aunque parezca una guarida de “junkys”, también es refugio de viajeros “a mochila”.

A La Chorrera
De Panamá fui a La Chorrera que se encontraba en mi ruta a México tomando el bus desde Albrook por 90 centavos de dólar o balboa, llegué en una hora. Fui a casa de Cinthia Rivera, una escritora panameña bilingüe genial -de mis favoritas- y viajera empedernida. En su casa dejé unas cosas entre las que me interesaba de sobre manera un pasaje de salida de Costa Rica desde ese país- dato de vital importancia que también expliqué en este post para los que vayan por tierra a esa nación sin ejército.
Encontré el tiquete en el libro en el que yo mismo lo oculté antes de irme. Las demás cosas no las encontré y aunque Cinthia me dio permiso, no quise husmear más en sus cosas. Ya lo hablé con ella así que no tengo remordimientos, ¡ha!
Cinthia no vivía en su casa, pero otra chica de Venezuela me recibió muy linda y luego de una breve pero inolvidable charla me despedí para ir a la ruta ya con el tiquete de salida y unos 20 dólares que me quedaban aún.
Antes de llegar hice lo que cualquier persona en su sano juicio hubiera hecho, compré dos cervezas y unos cigarros por 4 dólares en una tienda de chinos que no se apellidaban para nada Nahasapeemapetilon pero que me recordaban siempre al Kwik-E-Mart de Los Simpson.
No me acuerdo de los conductores pero voy a citar mi diario:

Ciudad de Panamá a 25 de julio de 2019. Estoy en La Chorrera -esto fue como a las 20:00 horas ese día-, compré cigarros y cerveza, voy a hacer “hitchhike” a Costa Rica. Llegué a Santiago -una ciudad en el centro del país-, creo que acamparé en un kiosco en el parque principal donde hay unos chicos haciendo “breake dance”. Me recuerda a ti cuando no viajas. Hice “dedo” desde La Chorrera, me trajeron hasta acá; el primero fue uno que tenía miedo de ir a mi país -no recuerdo nada de este-, el segundo fue un venezolano, Alejandro, y el tercero fue un panameño, Mattew, que no pensaba probable que lo llevaran a “dedo” como a mí por ser “negro”. Él me trajo hasta Santiago, a este parque; mañana espero cruzar a Costa Rica y dormir en Jacó, en la playa.
  
En la ruta me acabé las dos cervezas fumando y coqueteando con los vehículos que sus conductores guiaban con pericia a veces, a veces solo eran “zombies” esclavos de la “vida normal”, la vida que eligieron.
Un camión paró, era manejado por Alejandro, el venezolano que mencioné en el diario que mochileó por su país; como Elvis, un camarada de “la tierra donde al guineo le dicen cambur” que me recibió con su esposa Bethania y su hermoso nene Dylan en Loja, Ecuador. Amé que no hubiera silencios incomodos nunca, incluso cuando tenía que ir al baño en la noche, entrar a su habitación conyugal, tropezarme y escuchar sus risas entre las colchas, fue genial. Siempre me hicieron sentir como en casa en ese apartamento desde el que se veía la ciudad, perfecto hasta para comparar el mapa del Google Maps con el terreno accidentado de la sierra.
Volveré a citar mi diario para describir los dos días posteriores el 25 y 26 también porque me encantó como lo resumí, detallaré algunas cosas que sienta que no quedaron muy claras:

Carretera cerca de Ciudad Neily, Costa Rica a 27 de julio de 2019. Entré ayer a Costa Rica por Paso Canoas –si entras por aquí a Costa Rica y piensas ir a Nicaragua por tierra, paga el impuesto de salida de una ahí y enseña el tiquete en la frontera nica porque si lo pagas en la frontera te cobran un dólar más, ¡ponte las pilas backpacker!- desde Panamá pensé que no lo lograría pero ya estoy aquí. Para llegar a la frontera desde Santiago tomé un bus por 75 centavos de dólar que me sacó de la ciudad, luego Jonathan Trejos -un panameño buenísima que me regaló cinco dólares también y trabaja en la política y el Gobierno de Panamá- me llevó a Tolé y ahí un venezolano me llevó a David (…)

Aquí corto el relato para comentar que en Tolé menciono que me dejó Jonathan es la entrada al pueblo o ciudad, él me dejó en la ruta porque desconfió de mí pensando que podría ser un ilegal o un delincuente aunque le enseñé mi pasaporte con el sello de entrada de su país. A mí no me incomodó en absoluto, recuerdo que en la ruta aun pude observar hormigas tal vez, “la Arriera” de Colombia que vive en la selva del Darién también viviría hasta Panamá, no sé, podría ser.

Un taxista me sacó de la ciudad -de David- y tomé un bus a la salida por dos dólares y 10 centavos hasta Paso Canoas. Ahí crucé, me hicieron efectivo el pasaje de Ticabus -la peor empresa de autobuses y ni siquiera me subí a ninguno, hago referencia de su amañado servicio en este post y haré una actualización con datos que mencionaré más adelante y aquí es donde debes pagar el impuesto de salida de Costa Rica también para que lo pagues a 8 y no a 9 dólares como a la salida a Nicaragua por tierra- a Nicaragua en la frontera de Costa Rica; me dieron aventón un taxista y un bus hasta Ciudad Neily -aquí dormí en un predio a un costado de una estación de la Policía Nacional que encantados de apoyarme me dejaron acampar en su estacionamiento, tenía la carpa rota porque había perdido una de las varillas y la apoyé esa noche en un cubetón de pintura suelto por ahí- y hoy me trajo un ciclista de 60 años con su auto varios kilómetros –este ciclista resolvió mi problema de la carpa, me regaló un juego nuevo de varillas que solucionó el problema de la varilla perdida, ahora hasta tengo repuestos de esa carpa.
Debo llegar a Jacó hoy. Llegué a Jacó. Me encontré con esa playa radiante, cosmopolita donde a nadie le importa nada, donde pondré la carpa esta noche. Te hubiese encantado estar aquí.
Un trabajador del aeropuerto me trajo hasta Jacó. No sé muy bien si hacer el dinero aquí o ir hasta Liberia, de cualquier forma debo hacerlo para pasar a Nicaragua.

De Jacó me fui a Caldera, fue rudo ese día pero el desayuno estuvo de lujo en Costa Rica, creo que probé un auténtico “gallo pinto”. Me levanté como a las 7 y media, levanté la carpa que había puesto a las afueras de un “resort” -y vigilado por la seguridad privada del lugar, la gente de ahí fue muy buena onda, amo Jacó- y me fui a la ruta, desayuné eso bien rico como a las 8 y media y caminé unos dos o tres kilómetros hasta que un tipo de una grúa me levantó, me dijo que ya me había visto desde las 8 que llegó a Jacó pero no pensó que me iba a encontrar de regreso. Él me llevó hasta un cruce, la verdad no recuerdo en dónde, bueno ahí empezaba la carretera genial a la altura de una de esas de Ecuador de Tulcán a Quito, pero la “ruta tica” solo dura desde ahí hasta Liberia.
Ahí paró una pareja que viajaba en un automóvil, sentía que vendían o consumirían “crack” frente a mí en cualquier momento reciclando alguna de sus latas de “Tecate” que me recordaron a México de una cuando me subí. Eran nicaragüenses, fueron geniales. Me llevaron hasta Caldera donde pedí comida en un puesto de “pinchos” o brochetas de pollo y me dieron mi primera tortilla para “acompañar” desde muchos meses atrás. Fue una experiencia inexplicable con palabras.
La ruta bordeaba Caldera por la costa y esta zona al parecer turística fue el lugar perfecto para pasar la noche en una lucha interna de más de una hora de quedarme o seguir. El cansancio venció y decidí dormir ahí.
Al día siguiente un tico rubio como europeo me levantó a las 8 de la mañana, no conseguí desayuno antes pero este hermano me dio unas barritas “energéticas”. Me llevó hasta Liberia y me regaló 5 dólares.
En Liberia fui al mercado donde conseguí gratis pan y café delicioso y con la barrita “amarró” para ir a pedir el dinero a los semáforos por donde pasa la ruta en la ciudad. En una hora hice como 7 dólares, me faltaban 8 al principio, entonces cuando solo me faltaba uno pasó un tipo cruzando el semáforo y me dio 10 dólares. Ese se va a ir al cielo musulmán de mujeres vírgenes si le place.
Saltando de alegría con las “alforjas llenas” hice “dedo” a unos nicas que me vieron en el auto, se pasaron, dieron marcha atrás y me pitaron para saber a dónde iba. Les conté y en segundos estábamos con rumbo a La Cruz, un pueblo antes de la frontera con Nicaragua.
Donde me dejaron había una cantina que también era restaurante, pedí comida y me dieron un “caldazo” delicioso que me dio toda la energía que ese pinche pan con café de la mañana nomás me dio “gato por liebre”.
Más enamorado que nunca de Centroamérica, hice dedo a un señor que iba a una empresa a cinco kilómetros de la frontera, me habló de Dios y cosas de esas que me importan nada por eso no recuerdo detalles. Al toque cuando me bajé del auto del viejo, un nica que iba a su país paró su "pick up" y me dio esa otra señal que ya no estaba en Sudamérica donde casi no se puede eso. El sujeto me llevó en su “troca” hasta la frontera. Antes que me sellaran pagué el impuesto de salida a 9 dólares, no a 8 como me dijeron los de migración que me hubiese costado cuando pasé de Panamá en Paso Canoas, todo por desconfíar, pero mierda, con estas cosas quien no desconfía de cualquier oficina que le trabaje supuestamente al “Gobierno tico”. Ni forma hay de reclamar porque en el recibo no aparece el importe por el dólar de más que te cobran. Son una mierda junto con los de Ticabus que estando en Liberia antes de pasar me entero que ese tiquete de salida de Costa Rica desde la capital, San José, que me hicieron comprar por 15 dólares en la frontera cuando pasé de Nicaragua a Costa Rica si no, no me dejaban entrar, no es válido si no pago 23 dólares más y el bus lo tengo que tomar en San José, no en Liberia. Los de Ticabus son un asco junto con los de migración de ese país tan genial donde se ven aves de colores y tucanes sin necesidad de ingresar a los parques, en la ruta y con gente buena y amable.
Esto NO es Peñas Blancas, es la versión "Disney" que te da el pinche Google.
Así sí, ésto se parece mas.

No me dejan pasar
Chinandega, Nicaragua a 30 de julio de 2019. Llegué con los bomberos de Chinandega hoy en la tarde al filo de las 5 de la tarde. La entrada a Nicaragua fue complicada, como no tengo 200 o 500 dólares no me querían dejar entrar, luego de quejarme me dieron el sello. Estoy a una hora y media de Honduras, de la frontera de El Guasaule, cada vez siento más cerca a mi patria, el acento, las palabras y la comida son cada vez más similares a México. No sé si visitar a Lizz o ir directo a casa de Luis y Brayam.
Ese día, luego de sellar de salida de Costa Rica en el lado nica, se “pusieron sus moños” y como no traía dólares compactados en la mochila para solventar mi estancia en su país donde a la salida me regalaron un nacatamal, me retuvieron como una hora hasta que les dije que tenía muchos dólares en mi tarjeta de débito Santander, que apenas y tenía unos cuantos pesos o dólares.
En Chinandega caminé en un pueblo -que parece sin ley- hasta donde está la Policía, un oficial me llevó con los bomberos en su motocicleta. Cené delicioso rice and beans con ellos. Al día siguiente salí como a las 6 de la mañana de la estación, caminé como un kilómetro hasta que un taxista me dio un aventón de algunos kilómetros, me dijo que lo que yo hacía “¡eran pendejadas!”, lo amé, es horrible pero lo llevo en mi corazón a veces sabiendo que soy algo que él cree imposible.
En mi diario dice que me subí a un bus como los de Ecuador, los buses allá son camiones adaptados en las pailas, me encantan. El bus me llevó algunos kilómetros más, luego una pick up me “jaló” en su paila hasta una glorieta a 30 o 40 kilómetros de El Guasaule, la frontera con Honduras. En esa glorieta comí un “gallo pinto”  delicioso en un puesto con una tortilla y un queso chingón, todo lo que un viajero en crecimiento como yo necesita. Fue genial.
Hice “dedo” y me fui en la paila de otra “troca” hasta la frontera, para esto ya era mediodía, tenía una botella nueva de agua de dos litros, fue genial esa agua.
Ese día fue 1 de agosto, estuve en tres países, salí de Nicaragua, pasé a Honduras al mediodía y en la tarde entré a El Salvador. Pero los detalles serán en una segunda entrega.


Ahora no viajo, vivo “corretiando la chuleta” para salir a la ruta en un tiempo, sin embargo, los recuerdo de esto se hacen cada vez más presentes como para tratar de hacerlos a un lado por dedicarme a mi vida “normal”. Me encanta mi trabajo ahora y no puedo estar en mejor lugar ahora. Gracias por leerme.
  

  



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