¿Dejarlo todo?… ¡por el viaje de mi vida claro que sí!



CIUDAD DEL CARMEN, El Carmen, Campeche, México.- No fue fácil dejar mi vida en Carmen antes del viaje, ni mucho menos los primeros minutos a partir de las 07:40 horas de ese 24 de noviembre de 2018, cuando la mochila me pesaba como piedras pero aún no lo sentía realmente, aún no llegaba la noche, la incertidumbre y el pavor a haber cometido el peor error. A pesar de lo duro, también lo bueno se sobreponía en lo adverso siempre y por mucho; esto hizo demasiado interesante el viaje, siempre pasé más momentos feliz, emocionado, viviendo aventuras que triste, a veces los días “grises”, se volvían aventuras ir el simple hecho de pasar en un país diferente al que “estaba ayer”, en ese contexto, por ejemplo.   


Yo antes de viajar en mi casa.
Debo admitir, por supuesto, que de alguna manera llevar un poco de dinero -en efectivo unos 90 dólares y unos 800 pesos mexicanos, en una tarjeta de débitdo apenas unos 500 pesos- al inicio del viaje hizo más sencillo asimilar la nueva vida que llevé por alrededor de ocho meses en la ruta. Sin embargo, por dentro estaba temblando de miedo también. El miedo siempre estuvo ahí; tal vez la intuición no sea miedo para que no la confundas. El miedo más horrible es el de “qué dirán” y “si piensan esto” o “aquello”; son circunstancias que afronté avante los primeros días.

Mi primer aventón fue Martín Ferrer. Taxista, master en administración, padre y esposo con una hermosa familia y de las personas con el corazón más grande e inquieto que conozco. Me dio mi primer aventón.
Quiero que te imagines que al principio sí, tuve mucho miedo; al llegar esa noche a Bacalar le hablé a mis amigos de “Todo sobre lamarcha”, unos argentinos viajeros y buena onda que hospedé antes de viajar, para que me ayudarán a decidir qué hacer, no tenía idea y aunque tenía la carpa eso no era garantía en mi cabeza para pasar una noche de lo más normal -como debió ser jajaja- en un paraíso como Bacalar y su paradisiaca laguna transparente. No tenía idea de dónde o cómo darme valor para poner la carpa, no tenía idea de nada pero sí, eso sí, muchas ganas de seguir adelante.

Me bajaron en una carretera en Bacalar unos chicos de Guadalajara, Jalisco, Luis Ángel Hernández Puebla y su compa Gabo Fausto; como escribí en mi diario, caminé hasta el centro, ahí busqué un hostal que fue lo que me dijeron mis compas argentinos.
Ya viajando en la ruta,
en algún lugar de Perú.
Luego de no encontrar un alojamiento barato, el destino me llevó a “El Refugio” de Nicolas (“Nick”, pa’ los compas), un hostal genial, creo que esos lugares es como en los videojuegos como “Diablo” donde ahí “recargas pilas”, siempre como viajero descansé bien en esos sitios, bueno el viajero de verdad, yo no pude dormir en la carpa, ya que Nick solo me ofreció eso “camping”. Esa noche no “pegué el ojo” porque no podía, estaba aterrado, confundido, no podía dar marcha atrás, sentía que toda la ciudad se reiría de mí si regresaba con mi maleta, una historia podría inventarles, que se yo, vez, el miedo que te conté líneas arriba, el peor. Entonces, para no afrontar ese futuro “apocalíptico” para mí, decidí simplemente continuar al día siguiente. No me sentía para nada cerca de ser una viajero de verdad en ese momento, apenas estaba empezando mi travesía, añoraba en el fondo tener las habilidades que ahora tengo, pero amo mi inicio en los viajes. Puse la carpa y no pude dormir porque tampoco me acostumbraba a dormir sin algo “acolchonadito” como había dormido toda mi vida.
En ese hostal, a la mañana siguiente de mi noche difícil sin dormir nada, conocí a Elvira, la vi después de fumar con Ricardo cuando recién desperté.
Cuando apenas empezaba a salir el sol entró Elvira con Kudra, su perrita compañera de vida, ella me contó que se conocieron en Nayarit.
Las mochilas antes del viaje en mi antigua casa.

Elvira tenía acento de mujer estadounidense cuando hablamos, no sé de qué parte, pero recuerdo -no sé si sea exacto- que dijo Ricardo que ella vivió en Chicago y luego viajó por el mundo también.
Estuvo en Hawái, nació en Polonia y tiene ambas nacionalidades; es traductora y “freelance” como redactora en internet; ¡es mi heroína!
Tiene más de 50 años y actualmente vive en Palenque, Chiapas. Tiene un proyecto en Facebook “¿Dónde está Kudra? | Where is Kudra?”, entra, está buenísimo.
Elvira me aconsejó cómo cruzar a Belize –se me pegó pronunciar “beliz” en vez de “belice”- y básicamente esta era la treta que ella me sugirió hablándome en “englishñol”:
“Le vas a decir a los de migración que vas a Dangriga a una boda a Dangriga, por celebración Garifuni, vas con Bruce Wallace en Stan Creek, diles que vas por tres días, main boat in Dangriga…”
Ese día por la tarde conocí a Eliseo luego de vender unos discos que me “iban a dar el sustento”. Eliseo no me compró nada pero me regaló un paseo en velero que fue lo que me llenó para seguir adelante y no parar, fue como la muestra de lo delicioso de viajar por el mundo, momentos así pasaron muy seguido; momentos así antes de viajar: pasaban una vez al año; momentos así viajando: pasaban de dos a cinco veces por semana. Amo mis estadísticas “chuecas”.
Eliseo me motivó realmente a viajar ya estando viajando. Para antes de ese épico paseo por la laguna, yo estaba hecho mierda. Aunque las cosas no marchaban mal, por ejemplo, la noche que llegué al hostal me regalaron una caguama -cerveza de 1 litro 200-,  fumé con Ricardo e hice como 15 o 20 dólares en una mañana vendiendo; todo esto me pasó en dos días en Bacalar, como chingados no me iba a enamorar de esta vida ¡y lo que me pasó después!
Yendo a la ciudad de Tacna en algún punto de la ruta que va desde Moquegua por el Desierto de Atacama en Perú. 

Los días siguientes serán otras historias y me disculpo por no ilustrar pero este viaje no fue pensado para promoción o con un fin en específico, aunque la meta es esa, compartir las experiencias de viaje lo más detalladas posibles para que el registro sea fiable y bien aprovechado por el viajero potencial que está leyendo este blog.
A Anderson, un brasileño que lleva
10 años viajando, lo conocí en Chile,
el iba a Bolivia y yo a Perú.
También conocí a personajes súper interesantes como un carpintero irlandés que trabajaba viajando de eso y me narró lo feliz que estaba porque el viaje lo enseñó a trabajar con maderas de todo el mundo y aprendió muchas técnicas únicas también. Conocí a una chilena antipática, tengo grandes amigos chilenos y no todos son así, hay de todo en este mundo, luego conocí otro chileno así en Belize pero esa es otra historia. El Nick es todo un personaje también.

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