El Rainbow / Capitulo I, mi primera noche en la entrada a Cydonia


PALENQUE, Chiapas, México.- Trataré de explicar por qué le llamo "La entrada a Cydonia" a mi llegada al Rainbow. Pues el nombre es se trata de un valle en el planeta Marte, donde en los años 90s fue fotografiada desdes el espacio lo que mucha gente interpretó como una cara humana tallada entre unas montañas. En esos años la imagen le dio la vuelta a la tierra y fue llamada "la Cara de Marte". Sin embargo, hay muchas teorías que sustentan la idea de que el ser humano viene de Marte, y yo les creo, esa y cualquier otra teoría no aprobada por la ciencia oficial. Cuando viví en el Rainbow por 15 días sentí que estaba justo en la entrada a la evolución, porque yo siento y creo que fuimos evolucionados en el pasado y la línea de progreso como especie está en sentido contrario. Contrario a lo que piensan los demás, pienso que cada vez nos volvemos más tontos y los "avances tecnológicos", son solo ficciones que aceleran y refuerzan nuestro proceso de actuar y servir más como esclavos que como seres vivos y libres de pensar y ser como así lo decidamos.


EL AMOR

Llegué al Rainbow la noche del 16 de diciembre y ubiqué un lugar entre unos árboles gigantescos iluminado por una luna casi llena que brillaba en lo alto entre las coníferas de aquellas palmeras de aceite. A mi alrededor había otras tiendas de campaña -o "carpas" como yo les digo- y algunos humanos con pequeños fuegos al pie de sus tiendas cantando y hablando en una tenue luz. Como todo buen campista, rápidamente seleccioné el espacio más ideal para colocar la carpa evitando raíces y tallos de vegetación que se pudieran enterrar  en la tienda. Me sentía demasiado seguro ahí, entonces empecé el armado de mi tienda para acampar. Era evidente que no estaba acampando en un jardín,  predio, sino entre un frondoso bosque selvático de Chiapas. Mientras armaba la carpa apareció de entre la oscuridad Austin y su enorme sonrisa. 

"Hermanito, te ayudo a armar tu carpa", me dijo Austin con un acento que lo delató como extranjero y que coincidía perfectamente con sus facciones de un joven de cabello corto y rubio, ojos claros y piel blanca. Austin tenía sobre su cabeza una corona de ramitas que para mi lucía como las que usaban los griegos en la antiguedad pero a él le daba una apariencia mágica. 

Intentando corresponder con su propuesta que sentí sincera desde siempre, le dije con mi mejor sonrisa que "no gracias", pero él me dijo: "No no no no, yo te voy a ayudar hermanito, está muy oscuro y es de noche". Yo estaba muy halagado por su propuesta y como para mi armar mi tienda es como ponerme los zapatos, insistí en que no, pero él también incistió y comenzó a completar el armado mientras decía: "Yo te voy a ayudar hermanito, está muy oscuro", y no me pude resistir, en ese momento recordé que jamás había conocido a ningún extraño que en medio de la noche me haya ofrecido ayuda para armar mi tienda. Rápidamente armamos mi carpa y Austin se presentó y me dijo que era originario de California en Estados Unidos, lo que explicó el marcado acento en su español. Inmediatamente me sentí en confianza y le dije, con una sonrisa que todavía no se veía tan grande como la de él: "¡somos tocayos! porque te llamas Austin que es como mi nombre Agustín" y el me dijo: ¡tocayiiiitoo!

Nos abrazamos, saltamos de alegría y mi "tocayito" caminó y se perdió entre la oscuridad y la tenue luz de fogatas y velas afuera de las tiendas de otros viajeros.


El JAM

Luego de armar la carpa tenía deseos de "echar el jam", pues hasta el "área de camping" escuchaba instrumentos y cantos. Deseaba tocar mi melódica con esos músicos que venían de los lugares más remotos de la tierra, entonces me acerqué al "main fire", pero antes para llegar crucé en la oscuridad ese bosque. Cuando caminé entre los árboles francamente no fue en la oscuridad total porque la luna iluminaba todo. Antes de llegar al claro donde estaba el "main fire", durante el camino en el sendero sonaba muy cerca y con mucha fuerza un río o arroyo . Al llegar al "main fire", tal vez eran 50 o 100 personas de pie o sentadas sobre césped crecido rodeando la fogata de un metro de diámetro. Eran hombres y  mujeres que cantaban canciones de amor, libertad, respeto y tolerancia. Llevaba mi melódica y me integré al "jam" integrado por una lluvia de voces, guitarras acústicas, flautas, pero el sonido más poderoso y que jamás olvidaré fue el de los tambores. 

Sucedió algo muy curioso, algo que no había sentido jamás, después de tocar, cantar y compartir con varios seres, me agoté y tranquilamente me retiré a mi tienda donde en el interior todo estaba en su lugar y dormí con mucha paz sintiendo que había sido correcto haber tomado la  desición de ir a mi primer Rainbow. 

Continuará...


Gracias por leerme!

Les deseo buenos viajes siempre

  

 

 

   

  


  

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pago a la tierra... cuento de terror

Viajando 24 días en la ruta de Perú

Viajando por Ecuador