Detecté problemas de migración ilegal, insultos, intolerancia y temor en muchas personas sobre la ruta entre Cárdenas y Coatzacoalcos



COATZACOALCOS, Veracruz, México.- Antes de adentrarme en el  título de este texto, salí a la ruta nuevamente desde Ciudad del Carmen, Campeche, con la firme intención de seguir mi camino marcado por lo que siento, más que por lo que se supone conforme a las reglas de la sociedad, debería ser. 

 El camino haciendo "hitchhiking" hasta aquí no fue sencillo, recibí insultos con ademanes de parte de los conductores mientras hacía mi señal con el pulgar de "aventón"  en el tramo entre Heroíca Cárdenas (Cárdenas) en Tabasco, y Coatzacoalcos, Veracruz, a muchos los pude notar muy molestos por mi presencia en la ruta ante sus ojos en esos momentos.



Tengo la teoría que el motivo de su intolerancia radica en algunos prejuicios contra inmigrantes principalmente, porque me atrevo a decir que esa ruta es una de las principales para el paso de  indocumentados que viajan a Estados Unidos.

En Ciudad del Carmen crucé a pie con mi mochila el puente Zacatal, porque pedir aventón no es tan fácil cuando a los ojos de la  mayoría de las personas mi apariencia no es  la más  agradable. Sin embargo, aparecieron dos ángeles en el camino en un "tsuru" que me dejaron en Frontera, Tabasco. Desde ahí una combi de pasajeros me llevó a Villahermosa donde abordé un autobus "Sur" por 55 pesos hasta Cárdenas luego no pude avanzar más, ya eran las cinco de la tarde y tenía apenas menos de una hora de luz solar para encontrar un sitio dónde pasar la noche.

Mientras transcurría la puesta del sol me adentré en una calle desde la cuál era evidente que había un pequeño poblado al fondo, al que luego al encender mi móvil y consultar el mapa descubrí que se llama Arroyo Grande 1era Sección. Casi toda la  ruta de salida de Cárdenas aunque parece ya "la carretera", está muy poblada por familias y empresas dedicadas a las diversas industrias, entre las  más importantes la petrolera, debido a la cercanía de pozos e instalaciones relacionadas a esta actividad.

Luego de caminar y pasar frente a algunas casas en ambos lados de esa vía rural, un chico que conducía una motocicleta y trabajaba transportando personas en el pueblo, se detuvo frente a mí y me preguntó para dónde me dirigía, por lo que le expliqué que buscaba un sitio para acampar, y él muy amable y algo sorprendido, se notaba que no entendía bien qué o quién era yo, me dijo que él me podía llevar mejor a la iglesia del pueblo porque ahí podría estar más seguro. Y así fue, tras despedirme amablemente de  este chico que estimo no tendrá más de 28 años, pregunté a  las personas que atendían un local de  venta de comida dentro del perímetro de la "casa de Dios".



Me invitaron tres deliciosas empanadas y como seis  tostadas, y una mujer muy amable me permitió acampar en el atrio del templo sobre un fino césped muy cómodo. Antes de colocar la carpa alrededor  de las ocho de la noche, un señor muy amable me invitó a beber un café a la mañana siguiente, y así fue, tras despertar por el ruido del pueblo  que se activa desde antes que salga el sol, apareció ese amable personaje con un termo de café  y un par de conchas para desayunar. Esa mañana vi un amanecer diferente, ya los extrañaba mucho.


RUTA DIFÍCIL

Tras dejar esa iglesia, partí con rumbo a Coatzacoalcos, y según el mapa estaba a apenas una hora más o menos de camino, sin embargo, ahí empezó la  larga espera. 

Al principio, cuando empezaron los primeros insultos, todo parecía ser algo normal, porque ya he recibido alguno en mis viajes, pero casi que fue tan insignificante que ni siquiera los tomo  en cuenta o hago artículos de eso, pero en este camino a Coatzacoalcos, fueron cada vez más constantes.

De pronto pensé en parar un bus "Sur" y luego que amablemente pregunto al chofer si puede darme un aventón, con un tono de  voz que me dibujaba un fuerte enojo me dijo que estaba loco y que no me llevaría, ni siquiera había terminado de cerrar la puerta del camión cuando ya había avanzado varios metros a toda velocidad para alejarse de mi tras una polvareda clásica de los vehículos de ese tamaño.

Luego ningún tipo de transporte colectivo quiso detenerse al hacerle la parada. Con mucha curiosidad decido hacer una pequeña investigación de  campo y al  preguntarle a una chica que salía de un restaurante cercano, sobre qué  transporte hay disponible a Coatzacoalcos desde ahí, me dijo: "Pero a ti por ser indocumentado no te van a llevar". Me sentí como en Perú cuando crucé ese país andino de norte a sur dos veces en 2018 y donde recibí más insultos y discriminación porque muchos me dijeron que me confundía fácilmente con los inmigrantes que huían de de Venezuela ese año.

Mientras aguardaba, se detuvo una combi muy cerca de mi y mientras bajaban algunas personas, le pregunté al conductor si podía llevarme y que estaba dispuesto a pagar el pasaje, yo supuse -y estaba en lo correcto- que no costaría más de 100 pesos, de hecho me  cobró 50 pesos hasta La Venta, donde tomé un "Sur" hasta Coatzacoalcos por 49 pesos. Al chofer le expliqué que no había tomado otro transporte porque nadie quería parar y me contestó: "es que como eres inmigrante ilegal no quieren tener problemas con los retenes", con una sonrisa picara y u guiño de confianza, le  dije que soy mexicano y accedió a llevarme. Esa ruta que recorren estas combis es muy bonita, pasa por muchos pueblos que  me recordaron a los que vi en la zona selvática de Ecuador, a mi parecer muy seguros.







Finalmente llegué a Coatzacoalcos, donde  me hospedo con  mi amigo Rodolfo Imaiez, que me alojó hace casi  un año en su ciudad natal  Manzanillo en el estado de Colima y al llegar me compartió la "bebida de los dioses".


Gracias por leerme, que tengas buenos viajes siempre!

 

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