'Trip' de ida y vuelta a Seybaplaya ‘a dedo’


 

CIUDAD DEL CARMEN, Campeche, México.- A casi dos años que dejé todo para viajar por el mundo, decidí retar el destino y contra todo pronóstico hice un viaje corto desde Ciudad del Carmen donde vivo, hasta el puerto de Seybaplaya este viernes por la tarde.

Recuerdo que antes de salir de la casa donde vivo me temblaban las manos de la emoción, ese día me apresuré a cumplir con mis deberes donde trabajo para abrazar a la ruta nuevamente.

Me instalé en la ruta como a las 16:00 horas y tardé unas dos horas y media para que un norteamericano de nombre Steve Darr se detuviera a mi señal con el pulgar.

El individuó es originario de Californía, Estados Unidos, viajaba ebrio y me invitó una cerveza, sólo me llevó hasta Champotón una ciudad antes de una hora de Seybaplaya y Campeche.

En el viaje hablamos poco porque estuve más pendiente de él, de cómo manejaba porque sentí que en cualquier momento podía salirse del camino por su alcohólico mareo.

Pude notar que llevaba ya consumidas unas seis latas de cerveza marca Modelo, cuando me subí a su camioneta tipo “pick-up”, mientras ingería la lata que me ofreció no pude evitar sentir más de dos mil kilómetros entre México y Chile entre mis venas.

Me bajé en Champotón como las 20:30 horas y decidí romper mi credo de ‘autostopista’ un momento y abordé un bus que por 20 pesos o lo equivalente a un dólar, me llevó hasta Campeche.

Sin embargo, pretendía bajarme en Seybaplaya, que está a una hora antes de llegar a la capital del estado, pero me sentía un poco agotado, fue evidente que mi cuerpo no estaba acostumbrado no al peso de la mochila, sino a la intensidad de la breve incertidumbre.

El autobús de la línea ‘Sur’, me dejó en la terminal de Campeche y tomé un taxi hasta el Centro Histórico de esta ‘apagada’ ciudad. Traté de comprar un cerveza en uno de los bares de la famosa calle 59, pero me fue imposible por las restricciones propias de la pandemia de COVID-19 que impiden a los establecimientos vender bebidas alcohólicas después de las 22:00 horas, la hora en que llegué.

Intenté hospedarme un hostal; sin embargo, el precio fue de más de 400 pesos o 20 dólares aproximadamente, excesivo. El recepcionista me narró que los precios aumentaron debido a que ya no pueden ofrecer espacios compartidos, sino habitaciones separadas, lo que lo convierte en un hotel, perdieron su magia de hostales estos lindos negocios de Campeche.



Encontré un hotel frente al parque principal de la ciudad por 300 pesos la noche y me hospedé ahí. Al día siguiente fui a Seybaplaya en una combi por 20 pesos, el camino fue fantástico porque la carretera recorre puntos selváticos y un tramo muy interesante de costa antes de llegar al entronque o ‘bypass’ que desvía la ruta del pueblo, al puerto, mi destino.



Desde el entronque hasta el puerto hay casi dos kilómetros de carretera en perfectas condiciones. Tras cumplir con mi misión de fotografiar las instalaciones portuarias, regresé al ‘bypass’ y caminé dos kilómetros hasta llegar a la autopista Champotón-Campeche donde Carlos Junco, originario de la Ciudad de México me dio un aventón hasta Ciudad del Carmen de nuevo.

Llegué prácticamente a la misma hora que salí el día anterior y sentí que volví a vivir de nuevo. ¡Buenos viajes a todos!

 

 

   

 

         

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