A Palenque en dos días desde Ciudad del Carmen
Antes de salir, pude despedirme de mis amigos y compañeros de trabajo en el periódico donde trabajaba y una amiga, Verónica Ángeles me llevó hasta Isla Aguada ese día desde donde tomé una combi que me llevó a un cruce, el 18 de Marzo, éramos sólo tres personas, una chica y un señor los que viajábamos en la combi, decidí Bajar con ellos porque hasta ahí llegan las combis, relató esto porque ese paradero que es donde convergen la ruta que va a Sabancuy, la que va a Mamantel y la que va Escárcega, pero era de noche y no había iluminación, solo la carretera, casi de inmediato una camioneta 'pick-up' se detuvo y me llevó hasta Escarcega. Al legar ahí investigué una ruta hasta Palenque en bus pero sólo habían dos rutas, una en la mañana y otra en la tarde a un costo de entre 250 y 300 pesos. Como era de noche fui con los bomberos que me permitieron instalar la carpa y pasar la noche. Al día siguiente caminé hasta la salida de Escárcega, con rumbo a Palenque, tomé una combi que me llevó hasta el crucero de 18 de marzo nuevamente y de ahí otra que me llevó a Mamantel, luego tomé una más hasta Aguacatal y ahí pedí comida en un restaurante pequeño sobre la ruta, luego un aventon en una camioneta 'pick up' que transportaba un remolque con jaulas para gallinas, el conductor me llevó hasta Palenque, bueno, a la entrada justo antes de una Aduana. El buen tipo de la 'troca' de pollos me dijo que siguiera por el camino que evitana la Aduana y así lo hice. Casi de inmediato me sonreí con un chófer de combi que me llevó hasta Palenque.
La selva de noche
Llegué a la ciudad de Palenque como a las 4 de la tarde aproximadamente, caminé hasta la ruta que va a la zona arqueológica donde sentí la selva de noche. Fueron 7 kilómetros desde la zona urbana hasta el hotel Maya Bell, un sitio que me recomendaron mucho visitar. La travesía por ese camino fue inolvidable ya que la noche me tomó por sorpresa y la incansable lluvia propia de esta época del año me acompañó hasta que por fin llegué. Los últimos tramos antes de llegar fueron completamente a oscuras, sentí temor por supuesto.
Ya en el hotel me registré y pedí por 90 pesos la zona de camping, sentí un poco de todo, la incertidumbre, llegué hecho una sopa, pero valió la pena totalmente.
Maya Bell
Sybren de 49 años y originario de Holanda, es encargado del hotel Maya Bell, y me relató que el sitio se mantuvo cerrado hasta cuatro meses durante la contingencia sanitaria por la pandemia y que lentamente ahora, están recibiendo clientes nuevamente.
El hotel contempla todos los presupuestos, desde viajeros de bajo presupuesto (como yo), hasta viajes de vacaciones y en familia. Ofrece habitaciones con todos los servicios y para el área de camping hay regaderas con agua fría y caliente. Hay un restaurante y un bar, aunque prevalecen las restricciones por horario en la venta de bebidas alcohólicas. También hay sitios para 'campersl' o vehículos tipo casa rodante o combis viajeras, el hotel ofrece tomas de corriente eléctrica, agua y un drenaje para desechos.
Por estar en un área natural protegida, el hotel cuenta con una planta de tratamiento de aguas negras.
Sybren me relató que llegó por primera vez en 1996 porque él fue guía de turistas, luego viajó y durante la contingencia se quedó como encargado.
"Lo más importante aquí es la naturaleza y para muchos son las ruinas que están a lado, somos vecinos, a partir de este terreno donde estamos, inician las zonas arqueológicas".
Relató también que sólo un dos o tres por ciento está descubierto de lo que comprende las ruinas arqueológicas.
"Este lugar empezó como una casa de una señora que vivía aquí, algunos hippies llegaron y preguntaron si podían acampar y a la señora le gustó la idea porque era un poco de ingresos, claro, le resultó bien".
Con el paso del tiempo el lugar creció y se convirtió en el sitio que es actualmente.
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