Sitios para acampar en la Península de Yucatán III / La puerta para Cydonia



CIUDAD DEL CARMEN, Campeche, México.- Después de haber pasado medio mes más o menos en desconexión con el resto del mundo y sin registro más que mi memoria en un "Rainbow", mi vida cambió. 



No sé cómo explicarlo pero trataré de ir paso a paso. No escribo diarios  cuando no viajo, no. No escribí mientras no viajé el año pasado, estaba atrapado aún en las entrañas de la jungla de asfalto, me tuvo contra las cuerdas mucho tiempo, a veces lo hace si me dejo. El 16 de noviembre de 2021 escapé temprano y tomé un bus a Sabancuy, a donde llegué con los primeros rayos del sol esa mañana y degusté unas empanadas deliciosas y abundantes muy baratas a orillas de su recién construido malecón. Sabancuy es muy bonito, su gente es muy amable, es una tierra de paz y amor a mi consideración.



Desde 2020 viajo en una "Bebop" con capacidad de 75 litros, blindada y diseñada para navegar en los ambientes más hostiles del universo, como buena mochila viajera; en ella van cosas más grandes e intangibles que no sé cómo pero ahí caben. Antes de salir a viajar estuve atrapado en una especie de "Castillo de If" o bueno, así me sentí ahí por mucho tiempo. 

En la ruta conocí amigos increíbles que me acogieron y enseñaron muchísimo más sobre viajar de esta manera. Javi y Evelyn, panameños, viajeros y conocedores de las bellezas de México mejor que muchos de los que somos de este bonito país.


Yucatán conocido

Este preámbulo aún corresponde a Los sitios para acampar en la Península de Yucatán, porque con Evelyn y Javi pasé una semana hermosa, me hicieron sentir en todo momento como en casa, de los mejores anfitriones por Couchsurfing que he tenido. Con ellos fui hasta Sancrisanto, un pueblo con una playa fantástica que se encuentre a unos 90 kilómetros después de Progreso, acampamos primero al aire libre y la noche siguiente en un camping-parque para pasar el día en la playa pero con servicios como agua y baños, por 120 pesos 24 horas, hasta permiten mascotas. Javi y Evelyn me llevaron hasta ahí en su combi viajera, además tienen un "motorhome" o casa viajera.

Retorné mi camino a la ruta y tras una noche en Mérida, a la mañana siguiente partí con rumbo a Valladolid, pero aunque pasé por esa linda ciudad no me cautivó tanto, luego seguí con rumbo a Playa del Carmen en un bus, pero me bajé en un poblado previo a la desviación a ese famoso polo turístico caribeño, cuando un taxista de pronto decide llevarme a Playa del Carmen, pero no sé por qué, tampoco él  me explicó, pero me llevó a Tulum. Al bajar me  dejó cerca de un Aurrerá,  creo que compré  cigarrillos y me interné en esa tierra que aún no estaba agendada en mis planes cercanos, es decir, un cambio clásico de ruta. Tras caminar las principales avenidas y haber cenado un "megataco" a 20 pesos (o un dólar para los extranjeros), decidí buscar a los Bomberos para acampar, entonces cuando abordo a una familia con esta duda, uno de los miembros encima de su motocicleta decide llevarme porque había mucha inseguridad me dijo. Con los bomberos acampé, fueron muy amables pero en todo momento hicieron mucho incapie en la inseguridad  que aumentó en estos últimos años. En Tulum fui a ver las piramides en domingo cuando a los mexicanos se nos esxcenta de la cuota de 400 pesos que se cobra en general (para sacarle el mayor dinero posible a los extranjeros). Escuché que Tulum fue un puerto maya, lo cuál tiene sentido si recordamos que en la Laguna de Términos en Campeche, estaba el pueblo Maya-Chontal, que según datos del arqueólogo carmelita e investigador del Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH), Jose Álvarez, esta gente antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI, ya tenía rutas bien definidas de navegación en todo el mar Caribe y que, por motivos comerciales, alcanzaban a llegar hasta Las Antillas.        

A la salida de Tulum me dio aventón Daniel Ortíz, pero no pudo llevarme hasta Bacalar a donde me dirigía, aunque aún conservo su contacto. Luego un par de personajes muy amables y con cervezas en la mano me llevaron ese día al entronque de carretera 307 con la ruta que lleva a Mahahual, por ahí hay una pirámide maya interesante, primero pensé que era de libre acceso pero en realidad tiene una cerca de seguridad que se distingue hasta que estás muy cerca.

Una "pick-up" me levantó y me llevó ese día a la casa de Rodrigo, enclavada en lo profundo de una hermosa propiedad, El Eco Rancho después del poblado Miguel Hidalgo, a 11 kilómetros de Bacalar.

Después de mi paso ahí, Rodrigo me habló del Rainbow, luego Valentín, un viajero alemán que como todo conocedor del movimiento entre naciones me mostró lo último en conocimiento traído del otro lado del mundo, técnicas y formas que complementan la formación de los que  estamos en este continente, a veces perdidas u olvidadas.

Vivir en la playa ahora es un sueño más hecho realidad, habito donde todos los días frente al mar escucho rugir a las máquinas de los cielos. Tras la puerta en mi camino al Rainbow me anunciaron los dioses demi estadía en este paraíso. 

No podré describir con palabras mi llegada y estadía de 15 días en el reciente Rainbow Internacional de diciembre en Palenque, pero me cambió la vida para siempre.   


!Gracias por leerme, que tengas buenos viajes!


  

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pago a la tierra... cuento de terror

Viajando 24 días en la ruta de Perú

Viajando por Ecuador