El Viaje con el Gran Andrés Domínguez (primera parte)

 


 

Este es un homenaje a Andrés Domínguez, con quién compartí un momento de mi vida muy importante en mi travesía por 11 países de América en ocho meses haciendo "hitchhiking" del 24 de noviembre de 2018, al 5 de agosto de 2019.

Mi mochila, la de Andrés y si guitarra con funda "chingona".


Cuando "viajas por viajar" entras como en un trance que te hace más listo en muchos aspectos con respecto a los demás porque alcanzas una visión de la vida muy distinta, en mi caso el hecho de no haber trabajado oficialmente en ningún momento para subsistir mientras pasé por tierra las fronteras de centro y Suramerica fue algo que me hizo entender que tal vez mendigar está bien para cuando es de vida o muerte, pero que no es imposible encontrar una o varias formas de financiamiento mientras estás en movimiento, y que no hay nada imposible.

El Hostal Nazu City.


En el hostal Nazu City conocí a Andrés, este lugar era un paraíso de viajeros.


A Andrés lo conocí en Guayaquil, Ecuador, en el hostal Nazu City, ubicado frente al malecón en el centro de la ciudad, muy bella metrópoli como dijo mi amiga de Portugal, Margarida Leal (se dice Margarida, no ¡Margarita!): "me recuerda a Panamá".



Guayaquil me recuerda a Panamá.

El equivalente a las favelas de Brasil, pero en Guayaquil.



Andrés me contó que había viajado igual "a dedo" y a veces en transporte convencional con una chica viajera de Colombia que, cuando ahora recuerdo un poco de cómo me narró su hermosa experiencia esta vez en automático me lleva unos meses más adelante en mi historia de cuando conocí a la valiente Marina Guetto.

Para Andrés está vez retornar a "la Argentina", como él y otros chicos argentinos que conocí también ahí decían siempre, sería un nuevo reto, pues no había "plata" para pagar transporte convencional. La aventura pintaba que iba a ser complicado, él quería llegar a su país en San Miguel de Tucumán, muy cerca de la frontera con Bolivia. Con estos chicos con los que hacía voluntariado también en el hostal, en varias ocasiones hablé, reí, fumé, compartí los alimentos y la hora de comer, canté y aún siguen en mi corazón.

Decidí partir con Andrés desde Guayaquill hasta tal vez llegar a Argentina, luego que él me dijo que tras perder su pasaporte consiguió que su embajada le expidiera una hoja de papel que era como un pasaporte temporal para poder salir legalmente de Ecuador y cruzar de esa forma también Perú y Bolivia hasta llegar a Argentina.

Andrés tenía guardados muchos dólares, nunca le pregunté cuántos, francamente si me lo dijo lo olvidé, pero coincidimos en viajar de "aventón" porque yo pensaba continuar realmente hasta Chile.

Mi buen amigo estaba en una etapa del viaje por la que ahora paso muchas veces, cuando sólo quieres regresar porque no sabes a donde ir, o no quieres ir realmente. Entonces también coincidimos en que ninguno tenía una tienda de campaña, por lo que nos las rebuscaríamos para encontrar dónde dormir, qué comer y aprender a viajar con el otro, una de las hazañas más fantásticas que nos llevó por los lugares menos conocidos y hermosos del rudo Perú.

Nuestro primer día en Perú, luego de pasar la noche en la frontera con Ecuador junto a decenas de inmigrantes venezolanos que huían de su país en abril de 2019.


Continuará...

Gracias por leerme!



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