Dicen… Que entierran viva a la gente en Perú ‘como pago a la tierra’
En las ruinas de la entrada principal de la antigua Ciudad Imperial de Cuzco. |
CIUDAD DEL CARMEN, Campeche, México.- Cuando viajé por América, los ‘pagos a la tierra’ fue una leyenda urbana del Perú que sí me estremeció cuando pasé por ese país, tanto así que hubo un día en Cuzco que tratando de salir con rumbo a Arequipa tomé una ruta no habitual, salí por una de las cuatro salidas de la ciudad que me llevaban por una carretera que al parecer, se volvía de tierra mientras me adentraba por varios pueblos que hay en la localidad.
La leyenda la empecé a escuchar desde que andábamos por Trujillo y Chimbote, Andrés y yo, cuando viajamos por Perú con rumbo supuestamente a Bolivia.
Salí de día, muy temprano en la mañana y me despedí de Andrés Domínguez mi ‘compa’ argentino con quien viajé un par de semanas atrás desde Guayaquil, Ecuador y caminé hasta la salida que te mencioné, es la que está al oeste de la Ciudad Imperial de Cuzco, su nombre real.
Hasta ese momento no me dieron muchas ganas de visitar Machu Pichu, la idea de ir a Perú y no visitar esas importantes ruinas incas nunca me perturbó mi viaje, incluso en ese país no me sentí del todo cómodo, tengo grandes amigos y amigas peruanas que hice en el viaje pero no me ‘atrapó’ realmente; sin embargo, al final de esta anécdota narraré como sí tuve una parte mística ese día de Cuzco.
La otrora capital del Imperio Inca en Perú es considerada por muchos una ciudad cargada con energías milenarias, aunque otros, a veces ebrios y tristes dicen lo contrario. Volviendo al 17 de abril de 2019, el día que salía de la ciudad, caminé hasta salir de la urbanidad, no atravesé la ciudad, solo recorrí un costado, pasé por muchos mercados y el frío y las hojas de coca que ‘chacchaba’ me ayudaron a no cansarme tanto. Paraba de vez en cuando para tratar de hacer dedo, pero considero que la idea de ‘encontrar el lugar ideal’, es decir, la ruta y nada de civilización para pedir aventón, bueno, ese es mi ideal, fue lo que causaba que nadie me llevara durante casi toda la mañana.
Fue hasta como al mediodía que un taxista me llevó unos cinco kilómetros, luego una familia, después un policía que viajaba con su hija adolecente y fue él el que me informó del suicidio ese día de Alan Gabriel Ludwing García Pérez, ex presidente de Perú y líder político moral de su partido que goza de la simpatía de una mayoría importante del país andino.
“A las 06:27 horas (GMT-05) del día miércoles 17, miembros de la fiscalía y agentes de la policía se apersonaron a la vivienda del expresidente para ejecutar la detención preliminar. Sin embargo, cuando iba a ser detenido, García subió a su habitación y se encerró afirmando que llamaría a su abogado, momento en el que procedió a darse un disparo en la cabeza (6:31 horas). El sonido alertó a los agentes que ingresaron a su habitación y lo trasladaron de urgencia al hospital José Casimiro Ulloa donde estuvo hasta el momento de su muerte”, lo anterior es un fragmento del texto íntegro que guarda la Wikipedia sobre el tema que se volvió lo más importante en esa nación por semanas.
El policía me dejó en un poblado muy pequeño y de pronto, luego de salir del poblado, no sé, como a eso de la 1 o 2 de la tarde, se detuvo Alejandro en compañía de su hijo Eddy, que iban a ver su chacra en un pueblo cerca. En el trayecto empezamos a hablar y el señor se presenta como chaman y empieza a narrarme un poco de los trabajos mágicos que realizaba, sinceramente le creí todo lo que me dijo y cuando entró en el tema de los ‘pagos a la tierra’ con personas enterradas vivas para que las minas sigan dando oro o plata, en ese momento, pensé que moriría.
De pronto Eddy me regaló ‘rocoto relleno’, que muy similar a chiles jalapeños rellenos y capeados, estaban deliciosos y picaban con ese sabor peruano inigualable, mis respetos para los chiles o ajís peruanos, son deliciosos. Regresando al asiento trasero del auto de Eddy y su papá, pensé que moriría en cualquier momento, que los chiles peruanos estaban envenenados y no, no pasó eso.
Con Eddy Conroy el último día que nos vimos. |
Llegamos a la ‘chacra’ -o granja en México- de estas fantásticas personas y bebí ‘chicha’, no sin antes darle las gracias a la ‘Pachamama’ arrojando un trago directamente de la botella o el vaso al piso antes de beber uno, primero bebe la ‘Pacha’ y luego el hombre, esta costumbre se practica mucho en las celebraciones peruanas de esta parte del país, esto acorde a lo que me narraron Eddy y su papá.
La ‘chicha’ es una bebida que nace de la fermentación del maíz o ‘choclo’ como le dicen los hermanos del sur de América, incluido el Perú. Comí duraznos, habas y choclo tostado, me invitaron más rocoto relleno, papás con queso y rellenas en una ‘chacra’ con personas que no hablaban español, solo quechua.
Estando todos en la ‘chacra’ Eddy y su papá le cuentan en frente de mí pero en quechua a su familia que yo pensaba que me iban a enterrar vivo como un ‘pago a la tierra’, de pronto todos se empiezan a reír, me explican, y me reí también, fue una tarde fantástica.
Eddy y su padre me llevaron con ellos a Cusco de nuevo, me ofrecieron quedarme en su casa, me dieron de cenar y me explicaron que si ellos no me levantaban y yo seguía, era probable que si me pasara algo malo en los siguientes pueblos de esa ruta alterna a Arequipa.
Alejandro en todo momento me hizo sentir que algo o alguien que no puedo explicar me cuidaba, esto entre sus valiosos consejos mágicos para mi bienestar, fue realmente esencial en mi viaje esa ‘salida frustrada’ de Cuzco. Fotos de la Ciudad Imperial de Cuuzco:
Antes de irme me dio comida para llevar y hojas de coca, pero lo más importante fue esa energía única de chamán que sentí que me trasmitió en los últimos momentos en que nos despedimos.
Eddy se ofreció a llevarme a la salida de Cuzco al sur, la que debía llevarme hasta Arequipa de la forma más rápida por un mayor tráfico vehicular. Antes me llevó a lo que fue la entrada principal de la antigua Ciudad Imperial. Las ruinas muestran los restos de una antigua muralla que junto con la puerta le daban un halo de fuerza a la ciudad que se sigue percibiendo hasta nuestros días y que debió ser impresionante en la plenitud de la principal metrópoli inca. Para mi estar en esa antigua entrada si fue especial, compensé con eso tal vez Machu Pichu, no sé, pero fue fantástico. Lo que pasó ese día será otra historia, ¡buenos viajes siempre!
!Qué excelente conocimiento de mi cultura inca te has llevado a tu México! Muchos abrazos a la distancia estimado amigo Agustín.
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